Barbastro, ciudad de vino.

Barbastro, ciudad de vino.

A finales de agosto la vendimia se convierte en uno de los acontecimientos del año en todo el Somontano. Tras un año de duro trabajo mimando las viñas, por fin podemos recoger sus frutos y soñar con los vinos que nos deparará esta nueva cosecha. Es una actividad clave en la economía local, puesto que del resultado de la misma dependen gran parte de los empleos de la comarca, y por ello el buen hacer de esta labor es fundamental.

Una vez estén las uvas recogidas, dejaremos atrás la incertidumbre ambiental, a la naturaleza impredecible y en ocasiones cruel; una granizada veraniega puede dar al traste con el trabajo de todo un año. Y claro, tras la vendimia podremos respirar, el alivio es total, por eso se celebra tanto. Por eso no es solamente una labor agrícola más, también es un evento económico, social y cultural.

Los datos hablan por si solos: en la Denominación de Origen Somontano el año 2020 se trabajaron 4000 hectáreas de las 29 bodegas que la conforman, con 15 variedades de uva diferentes, y un total de 16 millones de botellas vendidas. Eso son muchos racimos que recoger.

Este 17 de agosto comenzó la vendimia 2021 en la zona, con la primera uva en alcanzar su estado óptimo de maduración en todo Aragón: la gewürztraminer. En palabras de la D.O. Somontano, resumen este año como: “climatológicamente muy favorable, que ha estado marcado por una muy buena primavera y temperaturas suaves en el verano; variables que han garantizado una buena maduración y un buen estado sanitario de la uva”. Nerviosos estamos ya por saber el resultado de la misma.

Pero ¿qué significa el vino para un/a barbastrense?

Desde la infancia, el vino está presente en las grandes celebraciones, y el hecho de vivir en zona vinícola ya deja un poso en nuestra educación en la que los vinos empiezan a tener nombres y apellidos, ya te van sonando las bodegas solo de verlas y oírlas en las conversaciones de la mesa.

Luego vas creciendo, y en la adolescencia tienes la oportunidad de encontrar algún trabajo veraniego, que en este caso por supuesto es de temporero para las viñas. Porque ya antes de la vendimia el trabajo en la vid en verano aumenta, y es fundamental mano de obra dispuesta a trabajar en el campo. Terminas con el cuerpo cansado, pero los bolsillos llenos. Ya no dependes de la paga de tus padres para pagarte los caprichos: más de una moto ha caído tras un par de meses de trabajo.

Años más tarde, empiezas a ser consciente de todo lo que envuelve el trabajo que realizaste y comienzas a conocer la magnitud económica del vino: puestos de trabajo en las bodegas, tiendas, turismo… En julio y agosto ya miras al cielo con recelo cuando se acerca alguna tormenta que puede traer granizo. Y ya conoces los vinos del Somontano a la perfección, por lo menos los que te gustan. Para eso el Festival del Vino del Somontano ha funcionado a la perfección ¡que bien nos lo pasamos en ese festival! pero también conoces vinos que no están en la denominación de origen, pues tienes amistades que los elaboran en sus casas ¡qué buenas cenas en las fiestas del pueblo compartiendo vinos caseros!

Y has llegado a la edad adulta sabiendo bastante de vinos casi sin saberlo. Compartes mesa con tus tíos, los de Zaragoza o Barcelona, y puedes presumir, pues saber de vinos siempre da cierto estatus. Y está más que comprobado que suma puntos ante los suegros, mas si cabe si acompañas tu conocimiento con una botella de las que sabes que no es posible fallar ¿a quién no le gusta un buen vino?

En el Somontano conocemos abuelos que llevan años sin probar el agua, o por lo menos “a palo seco”, sin mezclarla con vino de casa. ¡Dile tú que eso es malo, al señor Mariano, de 89 años y asiduo al huerto! Sólo le dices: “a su edad me gustaría estar como usted”, y te planteas si la verdadera salud está en cultivar tu huerto, beber tu vino, y mandar el ordenador y el móvil a freír espárragos.

En fin, este año, como todos, la vendimia terminará bien entrado octubre seguramente. Atrás quedarán las labores más arduas del proceso del vino, y comenzarán los enólogos con su alquimia a elaborar los mejores vinos que sepan hacer. Y los harán bien, muy bien, dejando como siempre los vinos del Somontano entre los mejores valorados.

¡Chin, chin!