Historia de Barbastro
El nombre de Barbastro deriva de la antigua BARBITANIA o Regio Barbitania, zona de asentamiento romano. Sobre este asentamiento JALAF IBN RASID construyó en el siglo IX su castillo y la zuda amurallada, en el lugar más elevado de la ciudad, hoy barrio del Entremuro. Su estratégica ubicación en un promontorio a orillas del río Vero hizo de ella un punto clave para la resistencia frente a las potencias cristianas del norte. Barbastro vivió en estos momentos su primer esplendor hasta el siglo XI como plaza fuerte, ciudad comercial y centro de estudios coránicos.
Tres siglos después, las guerras de reconquista azotaron la ciudad. Aunque ya Ramiro I de Aragón (primer monarca aragonés) intentó, sin éxito, la conquista de Barbastro. No fue hasta el año 1064 en que el Papa Alejandro II llamó a la cruzada contra los infieles (la primera cruzada de la historia) y Sancho Ramírez, junto a ejércitos franceses, conquistó la ciudad. Sin embargo, al año siguiente Al-Muqtadir recuperó Barbastro para los musulmanes. Finalmente, en el año 1100, fue Pedro I quien conquistó definitivamente la ciudad tras un largo sitio.
La ciudad, extenuada tras las carencias sufridas durante el sitio, fue testigo de un importante hecho histórico: En 1137 tuvo lugar en el barrio del Entremuro de Barbastro uno de los acontecimientos históricos de mayor relevancia para la ciudad: la firma de los esponsales entre el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV y la hija de Ramiro II, Petronila, dando lugar de este modo al nacimiento de la Corona de Aragón.
A comienzos del siglo XVI Barbastro, que cuenta con algo más de 2.000 habitantes, es una sociedad fundamentalmente agrícola, pero con un importante carácter comercial. En 1512, la Reina Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico, firmó la concesión del privilegio que otorgaba a la ciudad la potestad para celebrar una feria en el entorno del día de la Candelera, el 2 de febrero. La época de mayor esplendor de Barbastro fue sin duda el siglo XVI en el que se levantaron las principales construcciones de la localidad, entre ellas la Catedral de Santa María, el Palacio Episcopal, la Casa Consistorial o el hospital de San Julián, y de grandes casas solariegas, ejemplos de la arquitectura civil del renacimiento aragonés, así como la expansión de la ciudad hasta los arrabales.
Las Cortes de Barbastro de 1626 fueron las primeras cortes del Reino de Aragón convocadas en el reinado de Felipe IV, después de que su padre Felipe III nunca las hubiera convocado. El rey fue acompañado por su valido, el Conde-Duque de Olivares, siendo virrey Fernando de Borja. Las cortes comenzaron en la ciudad de Barbastro el 23 de enero de 1626, trasladándose a Calatayud el 18 de abril y concluyeron allí el 24 de julio de 1626.
En los siglos XIX y XX la ciudad tuvo gran protagonismo en episodios de la Guerra de la Independencia contra los ejércitos de Napoleón, en el primer enfrentamiento entre liberales y carlistas y en la Guerra Civil. A la llamada del General Palafox desde Zaragoza, miles de barbastrenses acudieron a la capital para luchar contra los franceses de Napoleón, que iban a sitiar la ciudad de inmediato. Otros muchos subieron hasta las montañas para defender la tierra por las fronteras. Años más tarde, tuvo lugar La Batalla de Barbastro, que se libró el 2 de junio de 1837 entre las tropas de la Expedición Real del pretendiente Carlos María Isidro de Borbón y tropas isabelinas bajo el mando del general Marcelino Oráa. La batalla tuvo lugar durante la Primera Guerra Carlista y resultó en la derrota del ejército isabelino. Y durante la Guerra Civil española, tuvo lugar una cruenta matanza de religiosos de Barbastro, en ella numerosos religiosos y algún seglar fueron fusilados por milicianos anarquistas de la columna Ascaso, al inicio de la contienda. Durante este tiempo y hasta nuestros días, Barbastro ha experimentado un fuerte impulso, incrementando el número de sus habitantes y su potencial industrial y comercial hasta convertirse en la próspera capital del Somontano que hoy es.